Ojalá en Pepe Chedraui Bubib habite un alma comprometida con el futuro de la ciudad que gobierna e incentive una campaña exhaustiva para reforestar Puebla...
Después del anuncio del nuevo presidente municipal de Puebla, José Chedraui Budib, en el que indicaba que se retirarán 2,769 árboles y que es urgente derribar 690 árboles en mal estado, además de señalar que la administración anterior dictaminó 15,000 árboles sin tomar medidas al respecto, me preocupó que nuestro flamante alcalde no mencionara ninguna compensación ambiental, como sembrar cinco árboles por cada uno retirado, por ejemplo. Me di a la tarea de investigar si existía algún posicionamiento sobre este tema y no encontré nada. Me atreví a preguntarle al coordinador de comunicación social del ayuntamiento, Ricardo Gutiérrez Loyola, si había algún plan para reemplazarlos, pero no obtuve respuesta. Quizá no ha comprendido que es un servidor público y que su trabajo incluye responder a las preguntas que le formule cualquier ciudadano interesado en las actividades del ayuntamiento. Puede ser también que, con los problemas financieros del municipio, aún no haya cobrado y se muestre en una actitud hostil ante la vida.
Es importante que la nueva administración municipal considere, claro, si así lo prefiere, la siguiente reflexión:
Las ciudades se están convirtiendo en “islas de calor” que retienen la radiación solar entre el asfalto y el concreto, volviendo los días más cálidos y las noches más insoportables. La falta de vegetación en el entorno urbano no solo empeora el calor, sino que también limita la capacidad de absorción de agua, propiciando inundaciones y provocando que el espacio se vuelva adverso para quienes lo habitan. Ante estos problemas, surge una pregunta urgente: ¿Por qué no hay más árboles en las ciudades?
Los árboles son los aliados perfectos para mitigar los efectos del cambio climático en las urbes. No es solo cuestión de frescura: un árbol puede reducir la temperatura de su entorno hasta en 5 grados Celsius, además de crear sombra en las calles y parques que refresca y permite un respiro. Los árboles, a través de la evapotranspiración (el proceso en que liberan vapor de agua), también contribuyen a reducir la temperatura en áreas circundantes. En pocas palabras, actúan como el “aire acondicionado” natural de nuestras ciudades.
Además de refrescar, los árboles juegan un papel clave en la gestión del agua de lluvia. Al tener raíces que absorben el agua, previenen inundaciones y estabilizan el suelo. Esto es esencial en un entorno urbano, donde el exceso de concreto impermeable impide que el agua se filtre, causando problemas en las infraestructuras y riesgos para la vida diaria de los ciudadanos.
Salud mental y bienestar
Los beneficios de la reforestación urbana van más allá del clima y las infraestructuras. Vivir rodeados de árboles y áreas verdes mejora notablemente la salud mental de los habitantes, reduciendo el estrés, la ansiedad y, en general, promoviendo una mejor calidad de vida. Estudios recientes han demostrado que el simple hecho de caminar entre árboles puede reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. En pocas palabras, los árboles nos ayudan a respirar mejor en todos los sentidos.
La belleza natural
Imaginemos una Puebla con calles flanqueadas por árboles frondosos, en lugar de concreto desnudo y aceras sin sombra. Estos espacios no solo son agradables a la vista, sino que también fomentan la convivencia, ya que invitan a las personas a pasear, detenerse y disfrutar. Un paisaje arbolado es un espacio que invita a la comunidad a apropiarse de él y a interactuar, favoreciendo el sentido de pertenencia y los lazos sociales.
La amenaza del concreto verde
Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que los árboles aportan a nuestras ciudades, existen decisiones políticas que van en la dirección opuesta.
Recuerdo hace varias décadas –yo era un niño– que mi padre me platicaba de un presidente municipal de Puebla que decía que, si los poblanos querían naturaleza, se pintara el adoquín de verde. En ese entonces, el calentamiento global o cambio climático no era un tema en la agenda política mundial.
Hemos sido testigos de políticas que promueven el desarrollo sin considerar la necesidad de vegetación y, en su lugar, vemos propuestas que rayan en el absurdo: pintar de verde el concreto, o colocar macetas simbólicas como “compensación” en espacios que necesitan mucho más. Esta “reforestación” de lata y pintura poco o nada contribuye a mitigar los efectos del cambio climático y se convierte en una burla para los ciudadanos que claman por espacios verdes reales.
La solución: menos bosques de hormigón
Frente a la emergencia climática, los árboles se presentan como una solución accesible, efectiva y natural. Sin embargo, es necesario que tanto ciudadanos como gobiernos tomen acciones concretas para incrementar las áreas verdes en las ciudades. Esto implica no solo plantar árboles, sino también cuidarlos y protegerlos para garantizar su supervivencia. Es hora de que los políticos dejen de lado las soluciones cosméticas y apuesten por la reforestación real, esa que nos ayude a tener ciudades más frescas, más verdes y, en definitiva, más habitables.
Ojalá en Pepe Chedraui Bubib habite un alma comprometida con el futuro de la ciudad que gobierna e incentive una campaña exhaustiva para reforestar Puebla; que tome un poco del discurso del próximo gobernador, Alejandro Armenta Mier.
He sembrado 24 árboles, ¿y usted amable lector?
Hasta la próxima